viernes, 4 de febrero de 2011

PRÓLOGO

          La idea surgió hace tiempo. Todas las mañanas, antes de incorporarme a mi centro de trabajo, paro a tomar café en una conocida cafetería de mi localidad. Soy muy estricto en mis rutinas, casi diría que de una rigurosidad en algo cercano al espectro autista: me levanto a las 7:00, paso por el baño, doy el agua caliente, me preparo el desayuno a las 7:10, desayuno viendo las noticias hasta las 7:25, hora en la que paso al aseo y vestido en el baño hasta las 7:45, recojo los materiales para el trabajo y me fumo un cigarro tranquilamente con el abrigo puesto para salir de casa a las 7:55 (7:50 si tengo que coger el coche antes), me dirijo a la cafetería y tomo un café de 8:00 a 8:08, hora en la que salgo para arrancar el coche y dejarlo calentar un par de minutos para, definitivamente, ponerlo en movimiento a las 8:17. Llego a la localidad donde trabajo a las 8:37 para traspasar la puerta del Centro a las 8:40.

          Así pues, disfruto de ocho minutos de café en la cafetería de mi amigo César, donde durante ese tiempo coincidimos mas o menos los mismos personajes matutinos quienes comentamos, con cierta ironía, el diario acontecer de nuestros días según nos muestre, o no, el telediario emitido a través del televisor de César. En cierta forma "arreglamos el mundo" de ocho a ocho y ocho, de forma personal, llana, irónica, divertida, crítica y desinteresada. Esa forma de comentar diariamente el mundo de la gente trabajadora de un pueblo es algo de lo que merece la pena dejar constancia como la forma característica de pensar y, en definitiva, de vivir del día a día de nuestra población.

          Aunque daré los nombres reales de los protagonistas que aparezcan en el diario no tengo la intención, en principio, de comunicar a ninguno la idea de publicar el presente blog a fin de que ninguno de ellos se sienta influenciado en su actitud y comentarios, y así el blog sea algo real y tenga sentido. Por ello es, también, que intentaré evitar mencionar el nombre de la población en la que vivo así como de la cafetería donde transcurren los hechos. Algún día, inevitablemente, el diario puede llegar a su conocimiento; entonces, ya veremos...

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