viernes, 4 de febrero de 2011

Entrada 1

       ¡Buenos días, mundo!

       Las mañanas en las que es previsible que la temperatura baje mucho o hiele, dejo el coche en el garaje donde guardo "La Niña", mi moto. Como antes de ir a tomar el café tengo que realizar las rutinas de sacarlo del garaje, abriendo y cerrando el portón, acercarlo a la cafetería, aparcarlo y caminar hasta ella desde donde pueda dejarlo aparcado, que últimamente no es demasiado cerca, llego con algo de retraso. Hoy además tocaba afeitado entre las rutinas del desayuno y aseo, así que cuando salgo del coche mi reloj, sincronizado con el del telediario de tve, ya marca las 8:01 lo que hace que sienta un fugaz escalofrío de malestar. “Definitivamente soy algo mas que un poco autista”. Por la calle veo la figura, no sé si encogida por la mezcla de intenso frío y humedad de hoy o, tal vez, adormilada de Jose, profesor de Educación Física del Instituto. Me uno a su caminar hacia la cafetería de César donde entramos juntos.

       —Ya decía César que “el de las ocho” tenía que estar al caer —exclama Paco cuando me ve entrar. Hoy se encuentra sentado en una banqueta en el extremo de la barra hojeando con aire distraído el periódico deportivo. Nunca quiere hojear otro periódico pues “no se cree nada” de lo que puedan contarle.

       Dos cafés que nos pone César a la esquina de la barra. El mío ya lo tenía preparado. Hoy me toca invitar a Jose así que pongo 10 euros encima de la mesa y espero el cambio para sacar tabaco. Por la televisión oigo las palabras “en calma”; en principio creo que se refieren al tiempo.

       —Viernes y en calma. Ya era hora, que todo está muy revuelto últimamente. Supongo que se refieren a Egipto. Ese Mubarak hay que ver lo aferrado que está a su sillón de poder.
       —A ese no le echan —dice Jose—, ese está muy respaldado.
       Mientras echo monedas en la máquina de tabaco, César no puede evitar el comentario.
       —Creo que la Merkel ha puesto deberes a Zapatero hasta finales de Marzo. ¿Cómo es esto entonces Julio? ¿Es que está haciendo dos cursos en uno o qué? Parece que se marcha muy contenta.
       —Será porque se lleva o quiere llevarse a no sé cuantos cientos o miles de españoles con ella, pa’ Alemania —le digo.
       —Esto es como en la época de nuestros abuelos, emigrando a Alemania —dice César—. Estamos volviendo a tiempos atrás.
       —Mira si será que la posibilidad de emigrar para “hacer las Américas” vuelve a ser una buena posibilidad —le digo sonriendo. César y yo ya habíamos bromeado sobre la idea de poner 6.000 euros cada uno y marchar juntos al Caribe donde pondríamos un chiringuito que trabajarían dos mulatas; nosotros a vivir, tomar caipiriñas, comer marisco, y pasar de vez en cuando por el chiringuito a cobrar beneficios—. En los países sudamericanos, ahora llamados “en vías de desarrollo” es ahora mismo donde se puede vivir “como Dios” —cuando bromeábamos sobre el tema yo era partidario de Santo Domingo, César de Brasil.
       —¡Cuba! —exclama Paco—. Tendría que estar algo reestructurado, pero ¡Cuba!!. Anda que no hay gente de por aquí con antepasados que hicieron dinero en Cuba para salir adelante. Yo estoy aquí gracias a Cuba. Mi bisabuelo emigró allí gracias a lo cual hizo unas “perrillas” que le sirvieron para volver, casarse con la hija de un terrateniente y tener una posición acomodada para tener una familia, entre la cual estaba uno de sus hijos que era mi abuelo. Así que yo estoy aquí gracias a Cuba.
       —Entonces...¡tú estás aquí de puñetera casualidad! —le responde César sonriendo.
       —Bueno, pues entonces cuando Paco nos reorganice Cuba, ¡nos vale Cuba, César!. —comento mientras me abrocho forro polar negro y enfundo mitones negros. Son ya las 8:09 y aún no me he despedido para ir a trabajar—. Reiniciamos la época de emigración española a Sudamérica de hace 50 años.
       —Y nosotros somos la avanzadilla —dice César.
       —¡Hecho! Mientras tanto… ¡buen día! —son las 8.10 así que ya estoy cruzando la puerta mientras digo esto.
       —¡Buen día, Julio! ¡Hasta luego!

       Mientras conduzco el coche en dirección al Centro de trabajo oigo por la radio como, en Egipto, los opositores de Mubarak preparan una manifestación mientras militares en tanques recorren la capital en actitud ciertamente violenta. Un miembro “artillero” de los manifestantes prepara un arsenal de piedras en previsión de posibles enfrentamientos. “¿Piedras en lugar de balas?” “Definitivamente puede ser que estemos volviendo atrás en el tiempo”…

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