viernes, 25 de febrero de 2011

Entrada 10

¡Buenos días, mundo!

—¡Hombre, César! ¡Tres días sin verte! —César, que se encontraba en la cocina preparando pinchos aparece sonriente por la puerta de ésta al oírme—. ¡Que sepas que te hemos puesto falta!... ¡Y grave! ¡Casi, casi, roza el abandono del puesto de trabajo!
—Bueno, tampoco es para tanto… —responde.
—¡Vaya! ¡Tres días! ¡Y sin avisar! Paco dice que a ver cómo es eso de que andes tú controlando si llegamos y nos vamos a la hora y, en cambio, marchas tres días sin avisar.
—No me nombres a Paco que debe estar al caer —me responde César. Por un fugaz instante pasa por mi cabeza la gran figura de Paco cayéndonos encima y un escalofrío recorre mi espalda.
—¡César! —como espíritu invocado al ser nombrado, Paco asoma la cabeza por la puerta de entrada—. ¡Qué sepas que te hemos puesto varias faltas!
—Marchaste y el mundo se revolvió un poco —le digo—. Mira a Gadafi, la que está liando aprovechando que te has ido…
—La culpa no es mía, que es de Bin Laden —responde César—. Eso es lo último que ha dicho Gadafi.
—El caso es echar la pelota hacia fuera —explico—. Es lo que hacen continuamente los niños para justificarse; como Zapatero y Rajoy.
—No te justifiques César, tú y solo tú tienes la culpa de todas esas revueltas que ocurren por el mundo —afirma Paco—. Y ahora que has vuelto… podemos volver a hablar de temas serios.
—A partir del Lunes, Paco —le digo— que hoy ya son las ocho y ocho.
     
"La mayor verdad de los periódicos es la fecha"