martes, 29 de marzo de 2011

Entrada 20

            ¡Buenos días, mundo!

            Con el cambio horario el día amanece un poco más oscuro que en los días anteriores cuando cruzo la puerta de la cafetería de César. Una intensa niebla, que cubre la localidad, es un indicador de que el día será soleado hacia mediodía, cuando levante.
            —Buenos días —son las 8:00. César al otro lado de la barra ya tiene la máquina de café funcionando para mí.
            —¡Puntual! —responde—. El que no llegó es Paco.
            —Anda un tanto… inestable, últimamente —respondo.

            En el telediario matinal pasan las noticias de los ataques de “los aliados” a las tropas de Gadafi, a la detección de radiactividad en los alrededores de Fukushima.
            —Esto de Fukushima no se acaba nunca —digo—. ¿No sería mejor enterrarlo bajo toneladas de hormigón? Igual así se acabó el problema…
            —¡Vaya un “chepa” que estás hecho! —exclama Paco sonriendo desde la puerta—. Mes y medio controlando las obras y la entrada a tu sitio va a ser lo último que hagan. —Efectivamente las obras de la calle van avanzando poco a poco desde el extremo opuesto a la entrada de la cafetería.
            —Hombre, Paco —responde César—, es que lo contrario sería prevaricación…
            —Y tráfico de influencias —añado—. Pero lo bueno es que el día que el Ayuntamiento convoque plaza para “Jefe de obras” se lo van a dar a César sin dudarlo. Dada la experiencia adquirida con esta obra, le van a dar un montón de puntos…
            —En la cabeza —dice César.

            En el telediario aparece, ahora, Ana Belén Roy dando el pronóstico del tiempo que no es excesivamente favorable para nuestra región.
            —Que hoy vamos a tener un día soleado —dice César.
            —¿Seguro? —pregunta incrédulo un paisano que tengo a mi lado.
            —Cuando despeje —añade César.
            —Dicen que hay un anticiclón en el centro de la península —comenta Geli que acaba de llegar.
            —En el centro, cariño —respondo—. Pero ten en cuenta que tiene que recorrer kilómetros de autopista, pagar los peajes, pasar la autovía de montaña, parar a tomar un cafetito… Hasta que llegue a nosotros, pasa un rato.
            —Bueno venga —dice César dirigiéndose a mí— ¡las 8:09!
            —¡Mira cómo es! —exclamo—. Ya te digo yo que vale para mandar.
            —Mandar, mandar, le gusta a todo el mundo —afirma César
            —A Rubalcaba parece que últimamente no —le respondo—. Me parece que se lo está pensando, que no va a querer… Y sin Zapatero, ni Rubalcaba, no sé que opción le queda al PSOE —añado.
            —¡La Chacón! —responde César abriéndome la puerta para despedirme.

            Camino del trabajo una intensa niebla cubre la carretera durante los kilómetros que recorro al borde del río, para despejar repentina y completamente a unos cinco kilómetros de la costa, mostrándome un sorprendente día claro y soleado. “Tenía razón César. Hoy va a hacer un día estupendo. Bueno sería para no ir a trabajar…”